5 Poemas de amor y desamor

5 Poemas de amor y desamor

Cuando buscamos poemas de amor, no pensamos en que también encontramos otro sentimiento potente en casi todos los casos: el desamor.

A veces incluso, los encontramos mezclados en un mismo poema. Las cosas que tiene la vida…

Hoy me ha apetecido compartir contigo unas cuantas poesías de un gusto exquisito. Léelas todas, cada una es especial y única, culmino con un gran Vicente Aleixandre que marca a fuego con cada palabra…

Del poeta Pedro Salinas (I)

No.

Tengo que vivirlo dentro,

me lo tengo que soñar.

Quitar el color, el número,

el aliento todo fuego,

con que me quemó al decírmelo.

Convertir todo en acaso,

en azar puro, soñándolo.

Y así, cuando se desdiga

de lo que entonces me dijo,

no me morderá el dolor

de haber perdido una dicha

que yo tuve entre mis brazos,

igual que se tiene un cuerpo.

Creeré que fue soñado.

Que aquello, tan de verdad,

no tuvo cuerpo, ni nombre.

Que pierdo

una sombra, un sueño más.

 

 Del poeta Pedro Salinas (II)

Para vivir no quiero

islas, palacios, torres.

¡Qué alegría más alta:

vivir en los pronombres!

 

Quítate ya los trajes,

las señas, los retratos;

yo no te quiero así.

disfrazada de otra,

hija siempre de algo.

Te quiero pura, libre,

irreductible: tú.

Sé que cuando te llame

entre todas las gentes

del mundo,

sólo tú serás tú.

 

Y cuando me preguntes

quién es el que te llama,

el que te quiere suya,

enterraré los nombres,

los rótulos, la historia.

Iré rompiendo todo

lo que encima me echaron

desde antes de nacer.

 

Y vuelto ya al anónimo

eterno del desnudo,

de la piedra, del mundo,

te diré:

«yo te quiero, soy yo».

 

De «El Contemplado», de Pedro Salinas

De mirarte tanto y tanto,

del horizonte a la arena,

despacio,

del caracol al celaje,

brillo a brillo, pasmo a pasmo,

te he dado nombre: los ojos

te lo encontraron, mirándote.

Por las noches,

soñando que te miraba,

al abrigo de los párpados

maduró, sin yo saberlo,

este nombre tan redondo

que hoy me descendió a los labios.

Y lo dicen asombrados

de lo tarde que lo dicen.

¡Si era fatal el llamártelo!

¡Si antes de la voz, ya estaba

en el silencio tan claro!

¡Si tú has sido para mí,

desde el día

que mis ojos te estrenaron,

el Contemplado, el constante

Contemplado!

 

Unidad en ella, de Vicente Aleixandre

Cuerpo feliz que fluye entre mis manos,

rostro amado donde contemplo el mundo,

donde graciosos pájaros se copian fugitivos,

volando a la región donde nada se olvida.

 

Tu forma externa, diamante o rubí duro,

brillo de un sol que entre mis manos deslumbra,

cráter que me convoca con su música íntima,

con esa indescifrable llamada de tus dientes.

 

Muero porque me arrojo, porque quiero morir,

porque quiero vivir en el fuego, porque este aire de fuera

no es mío, sino el caliente aliento

que si me acerco quema y dora mis labios desde un fondo.

 

Deja, deja que mire, teñido del amor,

enrojecido el rostro por tu purpúrea vida,

deja que mire el hondo clamor de tus entrañas,

donde muero y renuncio a vivir para siempre.

 

Quiero amor o la muerte, quiero morir del todo,

quiero ser tu, tu sangre, esa lava rugiente

que regando encerrada bellos miembros extremos

siente así los hermosos límites de la vida.

 

Este beso en tus labios como una lenta espina,

como un mar que voló hecho un espejo,

como el brillo de un ala,

es todavía unas manos, un repasar de un crujiente pelo,

un crepitar de luz vengadora,

luz o espada mortal que sobre mi cuello amenaza,

pero que nunca podrá destruir la unidad de este mundo.

 

Soy  el Destino, de Vicente Aleixandre

Si, te he querido como nunca.

¿Por qué besar tus labios si se sabe que la muerte está próxima,

si se sabe que amar el sólo olvidar la vida,

cerrar los ojos a los oscuro presente

para abrirlos a los radiantes límites de un cuerpo?

 

Yo no quiero leer en los libros una verdad que poco

a poco sube como un agua,

renuncio a ese espejo que dondequiera las montañas ofrecen,

pelada roca donde se refleja mi frente

cruzada por unos pájaros cuyo sentido ignoro.

 

No quiero asomarme a los ríos donde los peces

colorados con el rubor de vivir,

embisten a las orillas límites su anhelo,

ríos de los que unas voces inefables se alzan,

signos que no comprendo echado entre los juncos.

 

No quiero, no;  renuncio a tragar ese polvo,

esa tierra dolorosa, esa arena mordida, ,

esa seguridad de vivir con la que la carne comulga

cuando comprende que el mundo y este cuerpo

ruedan como ese signo que el celeste ojo no entiende.

 

No quiero, no, clamar, alzar la lengua,

proyectarla como esa piedra que se estrella en la frente,

que quiebra los cristales de  esos inmensos cielos

tras los que nadie escucha el rumor de la vida.

 

Quiero vivir, vivir con la yerba dura,

como el ciervo o la nieve, como el carbón vigilante,

como el futuro de un niño que todavía no nace,

como el contacto de los amantes cuando la luna los ignora.

 

Soy la música que bajo tantos cabellos

hace el mundo en su vuelo misterioso,

pájaro de inocencia que con sangre en las alas

va a morir en un pecho oprimido.

 

Soy el destino que convoca a todos los que aman,

mar único al que vendrán todos los radios amantes

que buscan su centro, rizados por el círculo

que gira como la rosa rumorosa y total.

 

Soy el caballo que enciende su crin contra el pelado viento,

la gacela que teme al río indiferente,

el avasallador tigre que despuebla la selva,

el diminuto escarabajo que también brilla en el día.

 

Nadie puede ignorar la presencia del que vive,

del que en pie en medio de las flechas gritadas,

muestra su pecho transparente que no impide mirar,

que nunca será cristal a pesar de su claridad,

porque si acercáis vuestras manos, podréis sentir la sangre.


Si te han gustado estos poemas de amor, no dudes en compartirlos por tus redes sociales, ¡la poesía es necesaria para el corazón!.

 

Acerca de Sonia Molinero Martín

Escritora, Redactora Digital y Consultora Literaria. Siempre he querido empezar con este viaje, mi pasión crónica por escribir es la que me trajo hasta aquí y ya no pienso bajarme de este tren...
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