Hoy comparto contigo unas profundas palabras de Roque Dalton, un poeta salvadoreño que no conocía.
En el libro que encontré estos poemas de amor, había una cita a modo de prólogo que me ha cautivado, y con la cuál comienzan estas muestras de una poesía sublime.
La noche
Las noches son olas orgullosas: olas de oscuro azul y de pesada cresta, cubiertas por clamores de honda destrucción, grabadas de cosas improbables, deseadas. J.L.B.
Poema 1
Pausadamente caes con tu densa pureza
como el aroma de la miel en los ojos del loco
oh noche lenta deseada que has perdido
tu orden sacro en desesperadas burbujas
oh suave oscura como un pájaro muerto
como la ceniza negra de las casa del hombre
tiéndeme todos tus dedos de madre aterrada
-yo el arrodillado en cada calle
pésame el sol del surco rojo que me dejan sus llamas
repartidas en cada poro del aire-
no lo pienses más ámame tensamente
recuérdame ayer recuérdame hoy
adivíname mañana
tú con tus flores, palpitantes de lodo
vacío el pétalo de esplendidez
frío y más frío frío y más frío
encendiendo echando a andar su hielo
su hálito mortal
escapado de una caverna donde todo es reptil
aun la estalactita ríspida
y el arroyo salobre nunca jamás hollado por la luz.
Poema 2
He aquí que el sobresalto ya no me basta
óyelo bien tú pequeña pálida cuídate de ello
lívida suspirando bajo mi carne
mordiendo la última tira de aire
yo con tus uñas acuestas.
Ya no me basta ya quedó el sobresalto
vertiginosamente atrás inútil
como hiedra que no importa a nadie
prendida a esas rocas
que en unos días más tragará el mar.
Ríete perra envenenada
vístete en otros cuartos lentos
deseados como la noche o lo que consta al corazón
cuélgate a un nuevo cadáver
a un nuevo atril miedoso
déjame
hasta la cólera se pudre
déjame inaugurar mi dulce asco
déjame limpiar a solas
tu larga huella de sangre.
Poema 3
El día no es capaz por sí desnudo
no es suficientemente amplio
oh gran cobarde que anatema sea
ante los que en él nos zambullimos buscando
espuma tibia y paz.
He tocado hoy ayer desde hace un año
desde hace un siglo escaso todas tus puertas.
Sí
la llama está bien la luz deslumbradora
está bien bien enérgicamente no, no hay duda bien
con sus heridas tengo
para ir viviendo al lado de los parias
¿pero qué más?
Llega la noche y lo destruye todo
viscoso mar arrasador
nada perdona el implacable.
El día el día sí
– alguien nos salvará de olvidar sus campanas-
pero el día no da para una risa pobre
el pobre.
Viene la noche y lo destruye todo.
Poema 4
Herido gravemente de vida
corriendo a lo largo de los espejos
de los estertores de las cifras desnudas
vagando saludando a los abolidos profetas
– náufrago domesticado por la muchedumbre
mendigo de la claridad revolcada en la copa
viejo muchacho con todas las respuestas
amante a bocanadas secas desplegadas
bestia desierta como ceniza hueca
hijo de color curvo desprendido de la gula sobrante-
sigo adelante fíjamente viéndome
sin parpadear desnudo a mi manera
ariscamente como una espina estéril vieja
comulgando bajo llave y pared
con todos los torpes albaceas de la lástima pura.
(¡Y llegan las voces en dilatado torrente:
apóstata feliz
felicitable prófugo
besador taciturno
escuálido hijo
esposo fugaz
militante convicto
atónito vecino de todos
imbécil tierno
niño
niño idiota
ángel grotesco
confuso tembloroso!)
Pronto mi vaso negro mi fuego negro
que hace olvidar mi negra venda que no se desgarra.
Con estrellas sin estrellas
con lluvia sin lluvia
en un su gran légamo solemne
se alza la flor del sueño.
Poema 5
En esta hora el odio es impalpable olvidado.
Hundido mansamente salvo me siento – disgregué la saliva-
el aposento de la fatalidad apaciguada
esperas en todas las esquinas
en todas las habitaciones llenas de ojos cuadrados
despóticos anidados en mi nuca.
¿Qué hacer con esta cicatriz que se alza
de mi pecho aullando
como un vertiginoso éxodo de perdonados?
¿Es que tendré que huir al fin
por cualquier puerta inmóvil
desde cualquier torre inconclusa
hacia la primera música desenterrada que me dé su palabra?
Arrodilleme ayer y todos los cuchillos encallaron en mi espalda
callé toda la vida que viví
y me arrastraron sobre las filosas piedras estancadas
di la mano sonriendo para siempre
y hundiéronme en la única pira que permanece
Por eso me desvelo como las semillas
para decir que es amable
cierto
y bello
insondablemente bello
caer, quedarse, renacer en la noche
lavar las manos en la noche
metérsela bajo la piel jadeante
incendiarla negramente en el pecho
copular con ella como un pantano dulce
beberla como un tatuaje para el corazón.
Si te han gustado estos poema de amor tan diferentes, compártelos con ese alguien especial que espera al otro lado de tus pensamientos.
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