¿Cómo soporté tu ausencia desde el primer minuto en que te fuiste?
Aún no lo se…
Te marchaste de mi lado tan rápido y la vez tan lento, que aún no logro saber qué paso con el tiempo entre aquellos primeros días de mi pérdida…
Al principio, era como un cuchillo afilado rasgándome toda. Que me raspaba la garganta, incisivo en cada parte de mi ser. Ardiente en el recuerdo intenso de tu aroma, aún en mi…
Después, las horas.
Siempre me ha gustado la soledad, la he vivido intensamente. Pero sin tus ojos vivos, comencé a caminar medio muerta…
Pero algo pasó: recordé.
Aprendí de ti que esto ocurriría.
Que llegaría el día en que no estuvieras a mi lado y sintiera cómo se escurre tu magia entre mis dedos, como la fina arena brillante y ligera.
Pero me pediste, padre, me obligaste, a no dejar de sonreírte porque dentro de mi podría verte siempre que supiera cómo mirarte…
Y conseguí hacerlo desde entonces y para siempre…
Ya ha pasado el tiempo y el daño.
Ya he conseguido perdonarme por todo aquello que no pude decirte…
¡Qué difícil arrancar el sentimiento de vacío de quien nos marca!
Demasiadas cosas que queremos compartir si ya no están y nuevos recuerdos que se quedan incompletos, nos enseñan a vivir con las ausencias.
Pero es que, la vida trae grandes cosas consigo, demasiada potencia y momentos inimaginables, demasiadas sorpresas inesperadas, como para no volver a Ser, después de Ti…
[Tweet «Se dice «partir» porque cuando uno se va, dejamos pedazos de nosotros en ese lugar.»]Comparte mis palabras si crees que a alguien le pueda venir bien escucharlas. La Vida es corta, para dejar de ser, después de alguien…
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