Hace poco tiempo leí un libro curioso llamado «La Muerte de Gilabertus», de Ramón Montanyà Maluquer, e hice reseña por el blog recomendándolo a cualquier persona interesada en la historia (contada con pasión y belleza). Pues bien, hoy vuelvo a leer un libro de este mismo autor, «Sueños de Eufronio» un proxeneta Bajoimperial.
Es una obra que comparte el mismo entusiasmo y conocimiento histórico profundo que la otra, que nos transporta del pasado al presente con un estilo ensayístico.
En esta, el protagonista es acogido desde muy pequeño por una meretriz algo mayor, una de las más ricas de la antigua Roma. Y no es de extrañar cuál será su futura dedicación, criado en aquel ambiente de intercambio de carne femenina por dinero o joyas.
Fundó varios burdeles en Roma y el libro detalla a través de sueños y conversaciones, cómo fue su vida habiendo sido partícipe, prácticamente desde la cuna, del oficio más antiguo del mundo. Pronto se convirtió en un riquísimo mercader sin miramientos, dedicado a hacer dinero con sus prostíbulos.
Eufronio es el narrador de la historia, y junto con nuestro autor que va interviniendo para aportar cada vez más datos interesantes, nos hace viajar sin darnos ni cuenta por capítulos de la vida en Roma, por el lujo o la corrupción en la política, por las curiosidades de las vidas de los mandatarios, los esclavos o sus señores, luchadores, orgías y mil cosas más…
Como curiosidad te cuento, que me he quedado perpleja leyendo ciertas cosas , como por ejemplo sobre el cuerpo de bomberos en la antigua Roma, el cual negociaba (mientras acompañaba al dueño en la puerta y veían arder su casa) el precio por extinguir el incendio ¡qué barbaridad!
El autor, al igual que nos cuenta en la obra que menciono arriba, aquí intercala también muchos datos de cómo se vivía en la época, información muy interesante y valiosa para aquellos que como me pasa a mi, no han profundizado mucho en la historia de las diferentes civilizaciones…
Se van entrelazando conversaciones entre muchos personajes que hablan de edificaciones, de joyas y de atuendos como la seda, que trajeron muchas discusiones a propósito de sus virtudes (por su sensualidad sobre el cuerpo de las mujeres)
También relata otros datos curiosos y que hacen reflexionar a día de hoy: ¿qué ha pasado con el mundo moderno y su «progreso»?, narra como por ejemplo de cómo se veía en aquella época anterior al cristianismo la sexualidad o la prostitución, ¡sin un ápice de culpa o represión! Eran parte normal de una sociedad y sus necesidades. Al igual que comenzaron a verse pecaminosas muchas cosas en las mujeres, como por ejemplo, la forma de vestir (lo que comentaba arriba de los tejidos como la seda). Da mucho que pensar la verdad… Muchos romanos no querían sucumbir a esto ante el senado, querían mantener sus costumbres ancestrales de índole sexual, Eufronio también habla de ello. No para de hilar historias, embelesar a sus mujeres con su oratoria perfecta o sus dotes filosóficas en distintos lugares.
El libro es muy entretenido, todos estos relatos intercalados con los datos históricos veraces, hacen de esta obra una curiosa amalgama de historias y sensaciones contradictorias. El odio y la violencia, la venganza, el abuso y la cautividad (incluso vivida por nuestro protagonista), la enemistad o la envidia también son evidentes y están muy marcadas en estas páginas. No voy a negar que por momentos, las palabras me sobrecogían.
Pero Roma, la mayor ciudad del mundo occidental, tenía muchos misterios que yo desconocía y haber viajado de la mano de Ramón a aquella época, me ha resultado muy interesante, ¡no pienso dar más datos para no descubrir el libro! Porque hay de todo, por supuesto nuestro protagonista también encuentra algo parecido al amor al final de sus días, como no, de la mano de una esclava. Pero las cosas no siempre son lo que parecen..
Y hasta aquí mi reseña de este libro, ha sido un placer descubrirle y ahondar en los sueños de Eufronio.
No olvides compartir con los tuyos este libro si crees que puede interesarles, ¡es un gran regalo!
Acerca de Sonia Molinero Martín
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