Poema del tiempo y otros versos

Poema del tiempo y otros versos

¡Qué maravillosa sensación! esa de dar con un escritor especial, de esos que te arrancan la sonrisa de la boca.

En cuanto le descubrí supe que quería subirle a este tren, me encanta como escribe, como ve la vida, la música y las letras.

Hace poco tuve la oportunidad de hablar con él, puedes leer la entrevista al poeta Aitor Contretas para concerlo un poquito más antes de pasar a sus leer sus poemas…

Hoy te traigo sus versos, contundentes y sonoros, para que puedas apreciar de lo que te hablo.

Sin más, te dejo con ellos por aquí abajo:

 

Tiempo

Ladrón que azotas mis pasos,
que me separas de él y de ella,
irreductible conteo,
Dios de la prisa y la espera.

Guardián exacto del momento,
que atenazas mi muñeca,
muerte y vida en tu cuadrado,
de inapelable cadencia.

Orden para el ser humano,
ubicuo en la conciencia,
veredicto en los hechos,
de sol agujas y arena.

Libertad con anexo,
sentido de la pareja,
absoluto en el mandato,
así es el hijo de Hemera.

Cancerbero de lo abstracto,
felino en luna llena,
cruel fin de los recreos,
y el principio donde empieza.

Motín de acierto incierto,
interminable cadena,
donde todos nos hayamos,
por las malas o las buenas.

Intransferible sin pacto,
si comprarte se pudiera,
o venderte por el peso,
de tu corazón de piedra.

Derrota de los excesos,
ministerio que no cesa,
hay pasión en tu espacio,
lo mismo que indolencia.

Admitiré que te amo,
ofenderte me avergüenza,
pues bien sé que no te tengo,
y cada vez más te alejas…

Identidad

Nunca aprendí a navegar,
volqué en mil carreteras.
hablamos de sentimientos,
de diferencias horarias
y de quien lloró primero.

He fantaseado la paz,
el camino a pie descalzo.
hablamos del daño lento,
de la prisa que nos mata
y de los barcos sin puerto.

Corrí detrás de la sombra,
pero jamás pude vencer.
hablamos de quedar ciego,
de condena sin fianza
y de soñar sin remedio.

Me asusté sin tu persona,
a veces me olvidé de mi.
hablamos de amor y fuego,
de aroma de sábanas,
y de pasión cual veneno.

Renegué en la existencia,
sin que me contradijesen.
hablamos de estar sufriendo,
de sensibilidad blanca
y de heridas a yerro.

Me rinde tanta pereza,
solo Dios intuye el cansancio.
hablamos de algún invierno,
de la sal que tiene el agua,
y el sabor de su beso.

Romance Doliente

Yo que en mí solo soy batalla,
y al barro bajo con frecuencia,
me desespero por tus labios,
porque tus labios nunca besan.

En una cifra estoy desnudo,
ya no entiendo de vergüenza,
y me preocupan los suspiros
que a menudo me despiertan.

! Qué raro se hace caminar,
por la incertidumbre inmensa!
ataviado con el fracaso
de luces y sombras a cuestas.

De una fuga de caricias
la digna soledad se queja,
como un concierto de grillos,
con una partitura nueva.

El amor solo es un extraño,
no se acerca ni se aleja,
¡ay de mí y también hay de ti!
y de aquel que lo comprenda.

No, nunca hay cambio de guardia
ni descansa el centinela,
que es custodio de tus ojos
y de las palabras más bellas.

Hasta a perder he aprendido,
para todo hay vez primera,
e indolente rehago el paso,
sin erguirme y con paciencia.

Mi soñar ya no es valiente,
ya nada ve o nada espera
que tras decir adiós sin miedo,
la esperanza vive muerta

Solsticio de Hoy

Andaba sin pretenderlo,
como si nada importase,
dando esquinazo a la vida,
con el todo para nadie.

No hay más que un suspiro,
en el cajón de las llaves,
del recuerdo al recordar,
he perdido dos viajes.

De aquella fecha en adiós,
conservo postal y sangre,
lugar no lo hay más bello,
ni dolor que se compare.

¡Qué arrogante el invierno,
partiendo en dos la tarde!,
dejándonos a oscuras,
entre querer y odiarse.

Me sabe a pan de oro,
el ayer sobre tu carne,
duro pretérito en fiebre,
de delirio incurable.

Voy el último en carrera,
con tu sombra por delante,
a caballo en el intento,
pero a pie para alcanzarte.

Anoche vino el miedo,
entre sueños a matarme,
distinguí sobre la espada.
grabadas tus iniciales.

Estoy rindiendo a la pena,
un bolero de voz grave,
que armonice con justicia,
la palabra «distanciarse».

Yo elegiría morir,
como lo hacen los amantes,
con tallo espino en la mano,
o de celos terminales.

Otra vez vendrá la luna,
chorro blanco de cristales,
donde la herida desnuda,
cicatriza en el aire.

¡Puerta: ciérrate por siempre!,
y ya no dejes que pasen,
del umbral al sentimiento,
sirenas para cantarme.

Definición

Poeta
El que llora por las manos,
Respira con la mirada,
Y se esconde tras la tinta,
Para amar con palabras.

Poeta
El que grita su ventura,
Despierto cuando el alba,
Y bebiéndose los soles,
Abre y cierra la ventana.

Poeta
El que libra a las musas,
De la túnica sagrada,
Y prendido en la belleza,
Testimonia en hojas blancas.

Poeta
El que marchita y florece,
Al hilo de la nostalgia,
Y en semilla de sílaba,
Tierra ardiente sembraba.

Poeta
El que borda sin hilvanes,
Pasiones sobre sábanas,
Y toma prestado al tiempo,
La caricia inacabada.

Poeta
El que habla de colores,
Con ternura cifrada,
Y no es azul ni rojo,
Sino purísima y grana.

Poeta
el que se rinde a los mares,
a la inmensidad salada,
Y al beso de orilla y ola,
Del que no se cansa el agua.

Poeta
El que asume los sentidos,
Como perpetua batalla,
Y de amor vive herido,
Pero muere si le falta.

Poeta
El que renuncia a los llanos,
En picado sube y baja,
Y se impregna del instinto,
De dicha y pena hallada.

Poeta
El que vaga por el tiempo,
Desespera de esperanza,
Suplicándole a los versos,
Que no vengan, ni se vayan.

Librando

Yo estaré aunque no vengas,
aunque no contemples siquiera
llegar.

Estaré midiéndome a tus temores,
afinando las notas de la calma.

Estaré; borracho de impaciencia, ciego
de primavera doce treintenas.

Estaré; olvidado de mí,
sin necesidad de atenderme,
viviendo muerto el sueño de tu boca
estaré.

Como siempre he estado y
como nunca antes estuve,
dibujando en el aire murallas que asomen a tu polis.

Consiguiendo llaves que no abren
y guardándolos para el día de candados.

Estaré; huyendo de escaparme,
protestando y quejándome, pero estaré.

Sin comprender nada,
sin conocer la autopsia del impulso,
allí sentado esperaré.

Estaré para que me encuentres,
para que no busques estaré.

Adoctrinando a los prontos para que aprendan a quererte.
Estaré con todo, aunque no haya nada.

Aunque la cama nunca esté deshecha de ti y de mí,
yo estaré…

Cabalgando sobre mis pies esperanzados,
en rastros de los tuyos.

Estaré;
mordiendo el polvo del vacío,
la oquedad del abrazo inexistente.

Estaré soportando la embestida del raciocinio,
levantándome y volviendo a encarar su amenaza.

Estaré en el lugar de tu risa,
en forma de ilusión, sin motivos,
sin intención más allá de fraguar un beso.
Un te amo.

Estaré donde duele,
donde ningún otro ser alcance ni deba.
Como si sufrir mereciese la pena,
como si lo tuviese tan claro que gritos diera.

Estaré respirando hondo,
inventando fórmulas de ánimo,
sin echar cuenta al invierno,
allí estaré.

Donde tus manos un día hablen de las mías.
Estaré donde la luz sea tenue,
donde el incienso sea nuestra música
y donde la piel tenga un ritmo único.

Estaré;
donde la soledad se detenga a exigir,
donde podamos ver el mar,
y bañarnos, y vivirnos.

Estaré hasta que lo ilógico se convierta en un logaritmo perfecto
entre tú,
y yo.

Acerca de Sonia Molinero Martín

Escritora, Redactora Digital y Consultora Literaria. Siempre he querido empezar con este viaje, mi pasión crónica por escribir es la que me trajo hasta aquí y ya no pienso bajarme de este tren...
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